El lobo se viste de cordero: Ted Bundy


Por Alberto Betancor 

 Cuando el FBI comprobó 36 asesinatos cometidos por Ted Bundy, un psicópata norteamericano que declaro de la forma más fría en el juicio "es solo que me gusta matar", por lo que fue condenado a muerte y ejecutado en la silla eléctrica el 24 de enero de 1989. Mucha gente dudaba que aquel hombre con esa apariencia tranquila pudiera cometer un crimen, una fachada ideal para los psicópatas. 

Provenía de una infancia tormentosa por la violencia desatada por su abuelo contra su abuela y su madre. Algo que tuvo  que soportar hasta que se mudo con su madre de casa de los abuelos.

Fue un estudiante aplicado y con buenas notas en la Universidad de Washington y en la Universidad de Puget Sound (Tacoma), en donde se graduó en Psicología. Trabajó en varios lugares sin durar mucho tiempo en ellos.

En 1967 se enamoró de Stephanie Brooks (seudónimo de Dayanne), una joven de una familia acomodada. Brooks fue el sueño hecho realidad de Bundy, pero dos años después ella se graduó en Psicología y finalizó la relación por considerar que su pareja era indiscreta y carecía de objetivos claros en la vida. Bundy nunca superó la ruptura y se obsesionó con ella, manteniendo contacto a través de cartas en un intento de reconquistarla.

Abandonó los estudios durante un tiempo y posteriormente regresaría a la Universidad de Washington para matricularse en Derecho. Fue considerado un estudiante brillante y estimado entre sus profesores. Paralelamente inició una relación de cinco años con Elizabeth Kloepfer (seudónimo de Meg Anders), una divorciada con una hija pequeña. Sin embargo, Kloepfer desconocía que su novio había estado saliendo con una chica de San Francisco, California, con la que se seguía escribiendo cartas.

Durante 1969 y 1972 todo fue bien: envió solicitudes de admisión a escuelas de Derecho y estuvo involucrado en actividades comunitarias. Incluso obtuvo una condecoración de la Policía de Seattle por salvar a un niño de tres años de morir ahogado. También se relacionó con figuras importantes del Partido Republicano. Todo cambió en 1973, cuando se reencontró con Brooks, con la que mantuvo una relación que duró entre el verano e invierno de ese mismo año. Al final, Bundy la abandonó sin que ella volviera a saber nunca más de él.

Tenía un instinto por delinquir, ya que antes de comenzar a asesinar, perpetró una serie de hurtos en casas y comercios.

El 4 de enero de 1974, entró en la habitación de la universitaria Joni Lenz, de 18 años, a quien golpeó con una palanca metálica y violó con la pata de una cama. Al día siguiente, la joven fue hallada malherida y sobrevivió con un daño cerebral permanente. Bundy tenía entonces veintisiete años.

Comienzo de los asesinatos de Ted Bundy

En la noche del 31 de enero de 1974, atacó a la estudiante de psicología de la Universidad de Washington, Lynda Ann Healy, de 21 años. Bundy entró a su dormitorio, la dejó inconsciente con un golpe y la sacó de la escuela. Nadie notó la ausencia de la joven hasta el día siguiente. La Policía no estableció ninguna conexión entre las dos agresiones y tampoco se hicieron mayores pruebas ni estudios de la escena del crimen. Los restos de Lynda Ann fueron descubiertos un año después en una montaña cercana.

Durante el invierno y verano de 1974 desaparecieron varias universitarias y madres jóvenes. Se calcula que fueron ocho víctimas a las que atacó de noche, hasta que comenzó a hacerlo de día. La Policía había iniciado una investigación y contaba con descripciones que apuntaban a un hombre que solicitaba ayuda a chicas que jamás volvían a ser vistas. El individuo tenía la particularidad de ir cargado con libros y llevar un brazo enyesado o en cabestrillo. También hubo testigos que observaron a un hombre que solía tener «problemas» para arrancar su Volkswagen, el cual había sido visto dando vueltas por el sitio donde desaparecieron dos de las jóvenes asesinadas.

El 9 de febrero de 1974, Carol Valenzuela, de 20 años, desapareció de Vancouver (Canadá). Su cadáver no fue descubierto hasta el mes de octubre junto a otro cuerpo sin identificar.

El 12 de marzo de 1974, Donna Manson, de 19 años, fue vista por última vez mientras iba a un concierto de jazz en el campus de la universidad en la que estudiaba.

El 17 de abril de ese mismo año, Susan Rancourt, de 18 años, caminaba por los jardines del Central Washington State College cuando desapareció.

El 6 de mayo de 1974 desapareció Roberta Parks, de 20 años, quien había quedado con unas amigas para tomar café. Nunca llegó a su destino. Parks se encontró con un hombre aparentemente lesionado que le pidió ayuda para subir unas cosas a su vehículo. Nunca más fue vista.

El 1 de junio de 1974, Brenda Ball, de 22 años, salió de la Taberna Flame en Burien (Washington) después de comentarles a sus amigos que iba a buscar a alguien que la llevara a Sun City (California). La última vez que la vieron estaba hablando con un hombre con el brazo en un cabestrillo. Diecinueve días más tarde se descubrió que Ball nunca llegó a su destino.

En la madrugada del 11 de junio de 1974, Georgann Hawkins, de 18 años, perteneciente a la fraternidad Kappa Alpha Theta de Seattle, desapareció después de despedirse de su novio e ir a buscar unos libros para un examen de español. Su compañera de habitación y la encargada del dormitorio comunicaron su desaparición a la mañana siguiente.

El 14 de julio del mismo año, la universitaria Janice Ott dejó una nota a su compañera de habitación avisándole que se iba en bicicleta al parque del lago Sammamish. Ahí se le vio conversar con un hombre que tenía el brazo enyesado y le pedía ayuda para cargar libros en su auto. El mismo día secuestró a Denise Naslund, que estaba pasando el día con su novio y amigos. Sus restos fueron encontrados cerca de una vía de servicio en Issaquah, a veintisiete kilómetros al este de Seattle y a poca distancia del lago Sammamish.

Asesinatos en Utah

Bundy despistaba a la policía porque sabía cómo mudar su aspecto físico. Se cambiaba el peinado, se dejaba crecer la barba y bigote o se los afeitaba. También cambió de residencia y se mudó a Midvale (Utah), donde el 30 de agosto de 1974 se matriculó como estudiante en la Facultad de Derecho en la Universidad de Utah.

El 2 de octubre de 1974 asesinó a Nancy Wilcox, de 16 años, cuando se acercaba a una tienda de su barrio. Su cuerpo nunca fue hallado.

El 11 de octubre de 1974, Rhonda Stapley, estudiante de farmacia de 21 años, esperaba el autobús para ir a la facultad, cuando Ted Bundy se ofreció a acercarla allí en su Volkswagen. Con la excusa de ir al zoológico, estacionó su vehículo en un lugar apartado y violó a la chica durante horas, a la vez que la estrangulaba y aflojaba la presión para que siguiera con vida. En un momento en que Ted regresó al vehículo, consiguió escapar y llegar a la facultad, pero en vez de denunciarlo, lo ocultó durante cuarenta años por miedo a ser rechazada.

El 18 de octubre de 1974 secuestró a Melissa Smith, la hija del sheriff local. La raptó mientras ella se dirigía a pasar la noche en casa de una amiga. Su cadáver fue encontrado nueve días después en Summit Park, después de torturarla y violarla durante cinco días.

El 30 de octubre de ese año desapareció Laura Aimee, de 17 años, cuando volvía de una fiesta de Halloween. Su cadáver fue encontrado en los Montes Wasatch mostrando signos de haber sido golpeada en la cabeza con una cuña de metal y violada. Sin embargo, parecía que Bundy conocía a la muchacha debido a que hubo muchos testigos amigos que le contaron a la Policía que estuvo acosándola y apareciéndose en lugares que la muchacha conocía y frecuentaba.

La Policía inició una investigación y descubrió similitudes en el modus operandi de algunos asesinatos ocurridos en Washington. Entre ambas comisarías elaboraron un retrato robot del posible aspecto que tendría el asesino.

Primeros indicios

El 8 de noviembre de 1974, Bundy se acercó a Carol DaRonch en el Fashion Place Mall en Murray, Utah. Haciéndose pasar por un oficial de policía, le informó que habían intentado robar su coche. DaRonch subió al auto de Bundy bajo la falsa creencia de que iban a la comisaría para presentar un informe. Después de detener abruptamente el coche, Bundy sacó una pistola y le esposó una muñeca. Ella luchó y consiguió apartarse antes de que Bundy pudiera fijar el otro extremo de las esposas. Ella lo golpeó en la cara y salió corriendo y consiguió que un conductor que pasaba la llevara a la comisaría de policía.

Una vez allí, DaRonch narró lo sucedido y así se obtuvo la descripción del hombre, del vehículo y el tipo de sangre del atacante.

Esa misma noche (8 de noviembre), Debby Kent, de 17 años, desapareció del aparcamiento del instituto escolar Viewmont, donde había acudido junto a sus padres a ver una obra de teatro. Los familiares, preocupados por la tardanza de Debby, llamaron a la policía que, tras una búsqueda por el estacionamiento, encontraron la llave de un par de esposas. La llave pertenecía a las esposas con las que, horas antes, se había presentado Carol DaRonch en la comisaría de policía.

La directora de la obra de teatro, Jean Graham, declaró que durante la actuación un hombre de aspecto parecido al del sospechoso le había solicitado que lo acompañara al aparcamiento para identificar un vehículo, pero ella se había negado porque estaba ocupada con la obra.

Casi un mes después de ocurridos los hechos, un hombre llamó a la policía para informar que la noche de la desaparición de Debby Kent había visto salir precipitadamente un Volkswagen de color claro del estacionamiento del instituto.

Asesinatos en Colorado

El 12 de enero de 1975, Caryn Campbell, de 23 años, acompañó a su prometido, el doctor Raymond Gadowski, a un seminario en Aspen (Colorado). Mientras descansaban en el salón del hotel, ella subió a la habitación para buscar una revista. El doctor Gadowski y sus hijos, al ver que no regresaba, decidieron ir a buscarla pero no la encontraron. A media mañana se dio aviso a la policía de su desaparición.

Un mes después, un trabajador encontró el cadáver congelado de Campbell en un banco de nieve a tres kilómetros del hotel. Había sido violada y brutalmente golpeada. No se encontró evidencia alguna del atacante.

El 1 de marzo de 1975 fue descubierto un cráneo en una zona boscosa de las montañas Taylor (estado de Washington). Pertenecía a Brenda Ball. La policía realizó una amplia búsqueda por los alrededores y tres días después encontraron partes de los cuerpos de Lynda Healy, Susan Rancourt y Roberta Parks. Posteriormente se hallaron otros restos que fueron identificados como pertenecientes a Donna Mason.

El descubrimiento de algunas de las víctimas no detuvo a Bundy, ya que el 15 de marzo de ese mismo año secuestró a Julie Cunningham, de 26 años, cuando se dirigía a una taberna en Vail (Colorado). Su cuerpo no ha sido hallado todavía.

El 6 de abril de 1975, tras discutir con su marido, Denise Oliverson, de 25 años, decidió ir a visitar a sus padres en Grand Junction (Colorado). Denise no regresó aquella tarde, pero tampoco llegaría a casa de sus padres. Desapareció y su cuerpo aún no ha sido encontrado.

Nueve días más tarde, Melanie Cooley, de 18 años, desapareció cuando regresaba del instituto. Un trabajador de caminos descubrió su cadáver el 23 de abril. La chica había sido golpeada con una barra, tenía las manos atadas a la espalda y una funda de almohada había sido anudada con bastante presión alrededor de su cuello.

El 1 de julio de 1975, Shelley Robertson, de 24 años, decidió viajar por el país en autostop. Sus amigos no se preocuparon demasiado cuando pasaron varios días sin verla. Hubo testigos que la vieron en una gasolinera hablando con un hombre que conducía un viejo camión. El 21 de agosto su cadáver fue descubierto por dos estudiantes en el pozo de una mina cercana a Georgetown (Colorado).

En los juicios posteriores, Ted Bundy nunca aceptó los asesinatos que había cometido.

Identificación y posterior captura

Debido al retrato robot del asesino, una amiga cercana de Meg Anders lo reconoció como Ted Bundy. Meg Anders también llamó de manera anónima a la Policía sugiriendo que su novio podría tener algo que ver con los asesinatos. A pesar de que se facilitaron fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos no lograron identificarlo. La policía desechó esa pista para centrarse en otros informes. La atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años más tarde.

Bundy adoptó la estrategia de trasladarse de un estado a otro para evitar que la policía descubriera su patrón de actuación. Con el paso del tiempo, sus ataques se volvieron cada vez más erráticos y temerarios. Algunas de sus víctimas se convirtieron en testigos, lo que más tarde haría posible el proceso judicial contra Bundy.

El 16 de agosto de 1975, un patrullero detuvo un Volkswagen para comprobar su matrícula. El sospechoso se dio a la fuga, pero fue detenido poco después. En el vehículo se encontró una palanca de metal, esposas, cinta y otros objetos que dieron inicio a una investigación a gran escala de Theodore Robert Bundy.

Primer juicio

El 23 de febrero de 1976 comenzó el juicio contra Ted Bundy por secuestro agravado. Tenía 29 años y entró en la sala con la confianza de que no existían pruebas suficientes contra él. Sin embargo, Carol DaRonch lo señaló como el hombre que intentó secuestrarla y amenazó con matarla. Él negó conocerla, pero carecía de coartada. El 30 de junio de 1976 fue sentenciado a una condena de 15 años de prisión con posibilidad de libertad condicional.

En prisión, los médicos le efectuaron pruebas psicológicas y toxicológicas concluyendo que no era psicótico, ni drogadicto, ni alcohólico, ni tampoco sufría algún tipo de daño cerebral. Los resultados de las pruebas permitieron seguir preparando procesos judiciales en su contra.

Las pruebas periciales del Volkswagen determinaron que las muestras de pelo encontradas en el vehículo pertenecían a Melissa Smith y Caryn Campbell. Exámenes posteriores revelaron que las contusiones cerebrales en ambos cuerpos podían haber sido ocasionadas por la palanca encontrada en el coche de Bundy. La policía de Colorado levantó cargos por asesinato el 22 de octubre de 1976. En abril de 1977, fue trasladado a la prisión del condado de Garfield, Colorado.

Fugas

Durante los preparativos de su segundo juicio, Bundy despidió a sus abogados y decidió defenderse a sí mismo. Por ese motivo se le permitió visitar la Biblioteca de la Corte de Aspen (Colorado). El 7 de junio de 1977, saltó desde la ventana de la biblioteca, lesionándose el tobillo. Aun así, eludió a la policía durante seis días y sobrevivió robando y durmiendo en una cabaña abandonada. La policía lo atrapó cuando trataba de robar otro Volkswagen que tenía las llaves puestas.

Volvió a escapar el 30 de diciembre de 1977 trepando al techo de una de las estaciones de la cárcel, para desde ahí acceder a otra parte del techo que conducía al armario de un departamento vacío del penal. Esperó a que no hubiera nadie cerca y salió por la puerta delantera de uno de los departamentos de los funcionarios de prisiones. Hasta la mañana siguiente, pasadas quince horas, no se dieron cuenta de su desaparición. Esta vez huyó a Chicago y Florida bajo el seudónimo de Kenneth Misner.

Últimos crímenes y arresto

El 14 de enero de 1978, el edificio de la fraternidad Chi Omega, de la Universidad de Florida, estaba semivacío cuando Nita Neary volvió de madrugada. Le extrañó que la puerta estuviera abierta y decidió esconderse. Vio salir del edificio a un hombre con gorra azul y una carpeta envuelta en un trapo. Creyendo que habían asaltado la fraternidad, fue en busca de su compañera Karen Chandler, a quien encontraría tambaleándose por el pasillo, gravemente herida. Otra compañera, Kathy Kleiner, fue hallada con vida, aunque malherida, en su habitación.

La policía encontró el cadáver de Lisa Levy, que había sido golpeada en la cabeza y violada brutalmente. También estaba el cadáver de Margaret Bowman, estrangulada mientras dormía, con un golpe en la cabeza que le destrozó el cráneo. El resto de las chicas no pudieron aportar más pistas, salvo el testimonio de Nita Neary.

No lejos de allí, Bundy atacó a Cheryl Thomas, que sobrevivió a una paliza brutal. Su cráneo fue fracturado en cinco lugares, tenía la mandíbula rota y un hombro dislocado. La joven sufrió pérdida permanente de la audición y problemas de equilibrio. En la escena del crimen se encontraron evidencias corporales, como cabello y sangre del agresor.

El 9 de febrero de 1978, secuestró a Kimberly Leach, de 12 años, en Lake City. Su amiga Priscila narró a la policía que la había visto subirse a una camioneta blanca con un hombre del que no pudo aportar más datos. Bundy la secuestró mientras regresaba a la escuela por un bolso que había olvidado. La convenció para irse con él y la llevó a un lugar aislado para agredirla sexualmente. Murió durante la violación. En Florida, ocho semanas después, fue encontrado su cuerpo.

Tras el asesinato de Leach, Bundy, por alguna razón, regresó a su apartamento de Tallahassee. Al parecer, se deshizo de la furgoneta blanca que utilizaba y casi fue detenido cuando intentaba robar otro vehículo. Escapó cuando el agente lo dejó solo mientras revisaba las placas del coche robado. Cuando regresó a su apartamento, limpió posibles huellas, robó un Volkswagen y finalmente se marchó de Tallahassee. Tras algunos intensos enfrentamientos con los empleados del hotel con relación a sus tarjetas de crédito (eran robadas y habían sido denunciadas), Bundy fue a parar a Pensacola, Florida, donde las placas del auto robado fueron reconocidas por el policía de patrulla David Lee, que lo detuvo después de una corta persecución y una breve lucha. Era la tercera vez que era detenido por temas de tráfico.

El 17 de febrero de 1978 se le tomó declaración y reveló su nombre, ya que había dudas sobre su identidad, dado el diferente modus operandi observado en Florida. Bundy manifestó su descontento cuando el oficial de policía que le tomó sus datos preguntó como se escribía su nombre, ya que Bundy esperaba que todos ya lo sabrían.

Juicios

El 25 de junio de 1979 en Miami (Florida) se le juzgó por los crímenes de la fraternidad Chi Omega. Fueron nombrados como los «delitos de la década», y tuvieron tal impacto en la opinión pública que hicieron que gran parte de los estadounidenses consideraran a Bundy como la encarnación del mal.

Bundy prescindió de abogado y se defendió a sí mismo, pero las evidencias contra él serían aplastantes. Primero fue el testimonio de Nita Neary, que lo señaló como el hombre al que vio salir de la fraternidad con una gorra puesta. Después subió al estrado el odontólogo Richard Souviron, quien determinó que las marcas de dientes encontradas en el cuerpo de Levy coincidían con la dentadura de Bundy. Testigos de cargo y descargo fueron llamados por ambos lados (incluyendo a Louise Bundy) para la defensa. Bundy lloró durante el testimonio de su madre (una muestra de emoción fingida). Al jurado se le permitió escuchar los detalles del secuestro de DaRonch.

El 24 de julio de 1979, tras seis horas y media de deliberación, el jurado lo declaró culpable. Él escuchó el veredicto sin mostrar ninguna emoción, a diferencia de su madre, quien suplicó piedad. Bundy afirmó ser víctima de una farsa, de un juicio injusto y abusivo, por lo que no tenía que pedir clemencia por algo que no había cometido. El juez Cowart lo sentenció a la pena de muerte en la silla eléctrica por los asesinatos de Lisa Levy y Margaret Bowman.

Ejecución

Nada fue fácil con Bundy y su ejecución no sería diferente. Siguió proclamando su inocencia y metódicamente agotó sus apelaciones. Representándose a sí mismo obtuvo numerosos retrasos a la ejecución, la primera el 4 de marzo de 1986, incluyendo unos quince minutos antes de la hora programada para morir, la segunda el 2 de julio de 1986, y otra el 18 de noviembre, a tan solo siete horas de la ejecución.

Bundy usaba y abusaba de su encanto personal y no dudó en utilizar esta capacidad en su lucha por retrasar su final. Resaltando tal rasgo, el criminólogo Robert Ressler estima que Bundy se favoreció, dado que la prensa interpretó mal aquel encanto personal suyo. Señala que, a diferencia de la imagen que de él brindaban los medios de comunicación, este no era «el Rodolfo Valentino de los asesinos en serie, sino un hombre brutal, sádico y pervertido».

Buscando aplazar el cumplimiento de su sentencia, le confesó al doctor Bob Keppel, jefe de investigadores del Departamento de Justicia de Washington D. C., con quien había colaborado tiempo atrás en la búsqueda de Gary Ridgway (asesino en serie conocido como The Green River Killer), algunos de los lugares en donde guardaba los restos de unas cuantas de sus víctimas. En su casa fueron descubiertas algunas de las cabezas de sus víctimas. La conducta de Bundy fue catalogada como perversión y compulsión necrofílica.

El 17 de enero de 1989 obtuvo la fecha definitiva: iba a ser ejecutado una semana después. Bundy no había terminado su lucha para evitar la muerte y trató de mantener sus confesiones como cebo para obtener más tiempo de esa forma. Él y sus abogados pidieron una prórroga de tres años para que confesara los demás asesinatos. También trató de coaccionar a los familiares de sus víctimas para que solicitaran a la corte que le otorgaran más tiempo para poder confesar. A pesar de no conocerse el paradero de muchas de las víctimas, todas las familias se negaron.

Mientras permaneció encerrado trató de diferir al máximo la fecha de su ejecución y fingió haber perpetrado mayor número de asesinatos, inventándose detalles y proporcionando datos inconexos para así ganar tiempo con las reconstrucciones y búsquedas. Llegó al colmo de proponer ayudar a las autoridades a detener a otros asesinos en serie, aprovechando que por aquel entonces hacía estragos el llamado «caso de los crímenes del Río Verde», otra secuencia de muertes violentas cometidas a prostitutas.

Considerando esta actitud, aquellos que estudiaron la personalidad criminal de Bundy destacaron que era un mentiroso compulsivo que tuvo la osadía, a medida que se acercaba la hora de su ejecución, de tratar de demorar el momento de la misma intentando engatusar a la policía y al FBI prometiendo confesar todos los crímenes que había cometido.

Bundy celebró un maratón de entrevistas y confesiones durante sus últimos días, aunque nunca estuvo dispuesto a admitir todo, especialmente los asesinatos de algunas de las víctimas más jóvenes. En su último día llamó a su madre y rechazó su última comida. Fue electrocutado el 24 de enero de 1989 y declarado muerto a las 07:16 a. m. Tenía 42 años, fue cremado y sus cenizas fueron exparcidas en la Cordillera de las Cascadas.

Patología

En diciembre de 1987, Bundy fue examinado durante siete horas por la doctora Dorothy Otnow Lewis, psiquiatra de Yale University. El diagnóstico de Lewis estableció que era un maníaco-depresivo cuyos delitos ocurrían normalmente durante los episodios depresivos, retractándose después para afirmar que sufría un trastorno de personalidad múltiple. La doctora Lewis finalmente concluyó que la sociedad se encontraba ante un psicópata. Otros profesionales que estudiaron a Bundy, lo consideraron un caso especial, era sádico, necrófilo, carente de sentimiento de culpa y con la necesidad de hacer daño a otros para obtener placer sexual. 4​ Bundy le explicó detalladamente su infancia, en especial su relación con sus abuelos maternos, Samuel y Eleanor Cowell. Según Bundy, su abuelo Samuel Cowell era un diácono de su iglesia. La descripción estableció a su abuelo como un tirano abusador, Bundy lo describió como un racista que odiaba a los negros, los italianos, los católicos y los judíos. Además, declaró que su abuelo torturaba animales, golpeaba al perro de la familia y maltrataba a los gatos de los vecinos. También le dijo a Lewis que su abuelo mantenía una gran colección de pornografía en su invernadero, donde, según sus familiares, Bundy y un primo se colaban para ojearlas durante horas. También dijo que Samuel Cowell entraba en rabia violenta cuando el tema del padre del muchacho era mencionado por familiares que solían expresar escepticismo ante la historia que daba.5​ Bundy describió a su abuela como una mujer tímida y obediente, quien ingresaba de forma esporádica a los hospitales para someterse a tratamiento por depresión.6​ Hacia el final los asesinatos de Chi Omega, agosto de 1979.|230px]] Julia, la tía de Bundy, recordó un incidente perturbador que tuvo con su joven sobrino. Después de recostarse para tomar una siesta, Julia se despertó rodeada de cuchillos de cocina de la familia Cowell. El pequeño Ted, de tan solo tres años de edad, estaba al pie de la cama sonriéndole.7​

Bundy usó tarjetas de crédito robadas para comprar más de treinta pares de calcetines mientras se escondía en la Florida. Él mismo se consideraba fetichista de los pies.

En enero de 1989, Bundy fue entrevistado por James Dobson una tarde antes de su ejecución. En la entrevista, Bundy dijo que la pornografía violenta desempeñó un importante papel en sus crímenes sexuales. Según Bundy, cuando era niño encontró «fuera de casa, en el supermercado local, en una farmacia, pornografía suave... Y de vez en cuando encontraba libros pornográficos con contenido más explícito...».9​ Bundy dijo: «Sucedió en etapas, poco a poco, mi experiencia con la pornografía en general, pero con la pornografía que presenta un nivel alto de violencia sexual, una vez que te vuelves adicto a ella, —y esto lo veo como una especie de adicción igual que otros tipos de adicción— comienzas a buscar todo tipo de material con cosas más potentes, más explícitas, más gráficas. Hasta llegar a un punto en el que la pornografía va tan lejos que comienzas a preguntarte cómo sería hacerlo en realidad».9

Algunos investigadores creen que la permanente insistencia de Bundy en afirmar que la pornografía fue un factor contribuyente en sus crímenes, fue otro intento de manipulación. Una vana esperanza de impedir su ejecución diciéndole a Dobson lo que quería oír.

En una carta escrita poco antes de su fuga de la cárcel de Glenwood Springs, Bundy manifestó: «He conocido a personas que irradian vulnerabilidad... Sus expresiones faciales dicen: “Tengo miedo de ti”. Estas personas invitan al abuso... Esperando ser lastimadas, ¿sutilmente lo fomentan?».

En una entrevista de 1980, hablando de la justificación en las acciones de un asesino en serie, Bundy dijo: «¿Qué es uno menos? ¿Qué significa una persona menos en la faz del planeta?»

Cuando los detectives de Florida pidieron a Bundy que les dijera en qué lugar había dejado el cuerpo de Kimberly Leach para darle paz a la familia, él supuestamente replicó: «Pero si soy el hijo de puta más duro que jamás han conocido».


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